Siete cosas que me chiflan de los sombreros

Siempre que veo llegar a una modelo para nuestros reportajes, me pregunto cómo le sentará un sombrero. ¡Y también es una manía personal a la vista de cualquier persona atractiva que me cruce por la calle! Me chiflan los sombreros, y es una de las razones por las que siempre voy a Londres con gusto. ¡Qué cantidad y variedad de sombreros encuentras allí, un verdadero festín visual! ¿Apuntamos algunas razones de peso para enamorarse de este singular accesorio, que existe desde que el mundo es mundo?

Primera y ante todo: ¿te has fijado en que la palabra sombrero deriva de sombra? Esto parece una perogrullada, pero en otros idiomas no se encuentra dicha relación, sino que llaman al accesorio con vocablos derivados de cabeza, por ejemplo chapeau (francés) o cappello (italiano). Nuestra designación revela que vivimos en un país muy soleado, y que por ello aquí el sombrero tiene la misión preponderante de darnos resguardo bajo los intensos rayos solares. Los sombreros en definitiva, ahora que aprieta el verano, son nuestros mejores aliados para proteger el cutis del sol, y los ojos del deslumbramiento.



Segunda: los sombreros completan el atuendo. ¡Una cabeza adornada con estilo es el remate perfecto de un buen look!



Tercera: los sombreros admiten adornos. ¡Nos ofrecen la oportunidad de “desquitarnos” cuando en la vestimenta priman la sencillez y la austeridad! Nadie nos reprochará que nos soltemos un poco la melena con el sombrero, encomendándole esa cinta, ese lazo, esa pluma, ese broche que no pudimos poner en el vestido, o en este precioso mono veraniego de viscosa.



Cuarta: por supuesto, los sombreros también abrigan. El riego sanguíneo alrededor del cerebro es muy activo, y llevará frío a todo el cuerpo, si la cabeza está desabrigada, cuando la temperatura ambiental es baja. Y al revés, si te cubres bien la cabeza notarás menos frío incluso en las manos y los pies. ¡Por esa razón se calzan un tupido gorro los habitantes de zonas glaciales, como Rusia!



Quinta: los sombreros también nos protegen de la lluvia. Si te has olvidado el paraguas, ¡qué horrible mojarte el pelo perfectamente arreglado! ¿Y la molestia, si usas gafas, de ir con los cristales llenos de gotitas? ¡Sombrero al canto y problema resuelto!



Sexta: los sombreros dan elegancia. Desde que se inventó el sombrero, siglos de constante primor en el diseño han generado unas formas que combinan en maravillosa armonía con la figura humana. Los sombreros dan apostura, prestancia, donaire, distinción, atractivo en definitiva. Grandes pintores como Rembrandt, Gainsborough, Monet y Renoir sentían fascinación por dicho complemento, y siempre que podían retrataban a sus clientes con los sombreros más arrolladores y lujosos.


..y séptima: por último, pero no lo menos importante, los sombreros acentúan la personalidad. El sombrero imprime carácter, dice mucho de ti, es un colofón visible de la personalidad. Sea un tocado, una pamela, un turbante en la playa o una mascota para pasear por el campo, el sombrero pone de relieve rasgos específicos de quien lo lleva.

¿Qué nos cuentas tú? ¿Eres también aficionada a los sombreros?

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